El abogado, analista e influencer Carlos Maslatón sorprendió a sus seguidores con una notoria baja de peso registrada en los últimos meses, tema al que se refirió en las últimas horas a través de un extenso posteo en redes sociales. Con su característico estilo narrativo, explicó las razones por las que perdió 33 kilos en apenas medio año.
Célebre por sus crónicas y “masacres” gastronómicas alrededor del mundo, el consultor porteño reveló que desde comienzos de diciembre del año pasado participa, junto a otras 800 personas, de un estudio experimental encabezado por el laboratorio estadounidense Eli Lilly & Company. El ensayo compara la eficacia de un fármaco tradicional con una nueva droga.
Maslatón recibe una inyección semanal, aunque desconoce cuál de las dos sustancias le ha sido asignada. Lo cierto es que el tratamiento parece dar resultados: hoy pesa menos de 100 kilos, cuando su “máximo histórico” fue de 143, en octubre de 2020.
“Conforme a lo anticipado, y habiendo perforado a la baja el domingo el peso de 0,1 toneladas, en un todo adecuado a las obligaciones de confidencialidad que me son aplicables, cumplo en develar ante el Foro que desde el 4/12/2024 me encuentro participando de un experimento del laboratorio Eli Lilly and Company de Indianápolis, Estado de Indiana, Estados Unidos, consistente en la comparación de ‘retatrutida’ con ‘tirzepatida’, aplicándome una dosis semanal de alguno de los dos productos bajo indicación y monitoreo de la indicada organización”, escribió el influencer liberal.

Y agregó: “El punto de partida, en diciembre, fue de 0,1315 toneladas. El peso actual es de 0,0995 toneladas. El máximo histórico se registra en octubre de 2020, en torno de las 0,143 toneladas”.
Desenfreno gastronómico
Maslatón también hizo un repaso de su historia con los excesos alimentarios. Al respecto, amplió en diálogo con Viviana Canosa: “Zafé del cigarrillo, del alcohol y de la droga, pero no zafé de los hidratos de carbono, dulces y harina”.
“El gran salto adelante en peso se produjo en mi caso a mediados de la década del ’90, por masacrar euforizado, con la voladura del NASDAQ de Nueva York, innumerable cantidad de productos nefastos como medialunas, empanadas, tortas, pastas, sushi con arroz dulce, paneras enteras, todo esto en horarios diarios”.
“No siendo ello suficiente, en el medio de semejante delirio, completaba a la noche reventando restaurantes como Catalinas, Bleu Blanc Rouge, Tomo I, Che Toi, Clark's, Blab, London Grill o Yuki. Todo ello en Buenos Aires, a lo que se deben sumar giras gastronómicas por Nueva York, Madrid o São Paulo, sitios en bull market imparable, al igual que mi peso”, detalló.
También recordó sus tiempos en Miami, en el año 2000, cuando trabajaba para Patagon.com:
“Había un sushi increíble y al lado un italiano sobre Lincoln Road-South Beach. Entonces llegaba yo a la barra del sushi y pedía que me prepararan 30 piezas, incluidas ikura y tobiko. Mientras me armaban el producto, iba al italiano de al lado y devoraba una pasta bañada de tabasco. Es decir, cena en dos establecimientos contiguos pero en paralelo”.

Luego de contar sus años de excesos alimentarios, que intentó compensar con gimnasia –sin éxito–, el otrora concejal porteño reflexionó:
“Así y todo, la saqué barata. Aquí estoy tratando de retroceder el desastre perpetrado, y en buen camino. Pero dos sugerencias quiero transmitirles a jóvenes de entre 28 y 38 años, especialmente a hombres en su etapa más brillante y arrasante: si van por la razón que fuera por el camino nefasto de mis 30s y 40s que describo, córtenla sin dudarlo un minuto. Si se dejan llevar, pasado cierto nivel, será casi imposible revertirlo, por más esfuerzo que hagan comiendo menos y entrenando”.
Finalmente, se refirió a su experiencia con el tratamiento experimental:
“En relación a qué efectos produce la retatrutida o la tirzepatida (reitero, no sé en cuál programa estoy), no se debe creer que simplemente censura y borra el hambre. No es así, no. Las ganas de comer persisten razonablemente, pero mi experiencia es que, poco a poco, se empieza a consumir menos de todo aquello que masacraste y que te destruyó por años. Al tiempo no querés más nada de eso, y hasta te llegan a generar directamente asco los dulces y las harinas”.