Jueves, tres de la tarde. En una sala con crédito de auditorio hay seis (quizás siete) filas de cuatro sillas que miran a hacia un centro, hacia un escenario al ras. A la izquierda de quien observa hay un teclado Yamaha Modx8; a la derecha, una guitarra eléctrica y, en el medio, instrumentos de viento (quena, flauta traversa, saxo soprano). El campo visual se completa con la obra del artista Daniel Santoro conformando una herradura. La escena perfecta para que, por una hora, el tiempo se detenga.
A media cuadra, por calle Córdoba, pasan colectivos, motos, bicicletas, autos y gente de a pie. Por Rodríguez, en el interior del Centro Cultural Contraviento, uno de los compositores fundamentales de la música argentina del último medio siglo presenta a quienes lo acompañan: Víctor Carrión, en vientos, y el rosarino Mariano Delgado, en guitarra. Acto seguido, el riojano indica que quien está detrás del Yamaha es Lito Vitale.
Siete canciones integraron el setlist en el que hubo guiños al otro trío –Vitale, Baraj, González–, a Astor Piazzolla, al Chango Nieto y a la milonga “Taquito”, a secas. Siete canciones y una intención: “La idea de tocar música instrumental para nosotros es hermosa”.
El trío Vitale-Carrión-Delgado pasó por Rosario para adelantar el concierto del próximo octubre en la ciudad, en un regreso “feliz” de la formación, en palabras de Lito. El encuentro organizado por el centro cultural y artístico de Rodríguez 721 comenzó con un almuerzo junto a los tres músicos y cerró con el breve recital que abrió con “Entre tanto”, na canción que Vitale tocó con Lucho González y Bernado Baraj “cuando yo era joven y tenía 22 años”. Siguió con una versión del tango “Decarissimo”, de Piazzolla, y con “La vuelta de los tachos”, del cantante, quenista y arreglista Jorge Cumbo.

A medida que el setlist avanzaba, también lo hacía el diálogo con Panorama de Rosario, la pintura de Daniel Santoro que se extiende en 18 metros lineales por las paredes del auditorio. La reflexión posthumanista del artista plástico rosarino y la materialidad del cancionero elegido por el trío iban encontrando un punto inédito en cada tema.
Una prueba de ello ocurrió durante la ejecución del Allegro solemne, el tercer movimiento de "La catedral", la obra del guitarrista paraguayo Agustín Barrios, un cruce de la música (llamada) clásica y el folclore que se unió con el terruño de “A Monteros”, del Chango Nieto. La ya mencionada “Taquito militar” fue la elegida para el “falso final”.
Entre canciones, Vitale se tomó un tiempo para chequear la grabación y el sonido, agradecer por la invitación, destacar las obras de arte, compartir alguna historia sobre las composiciones y, también, para avisar que el trío trabaja en música “nueva”: “Lo estamos amasando. Y lo que estamos haciendo tiene el enorme aporte de Víctor y Mariano”.
El primero de los bises fue “Milonga del 71”, compuesta en el colectivo del mismo número, en un recorrido de la casa de Lito al Conservatorio de música, confió en pianista. En tanto que “Cueca del reloj” marcó el cierre de una tarde de “música instrumental hermosa”.