Este jueves Luciano Castro se subirá una vez más al escenario del teatro Broadway, esta vez con un proyecto propio que sorprende por su profundidad, riesgo e impacto emocional. Se trata de “Caer y levantarse”, el unipersonal que arrasó en Mar del Plata donde obtuvo dos Estrella de Mar y que ahora llega a Rosario como parte de una intensa gira nacional.
La obra, escrita por Patricio Abadi y Nacho Ciatti, y dirigida por Mey Scápola, pone a Castro en la piel de Junior, un boxeador encerrado en una penitenciaría la noche previa a recibir su sentencia. Desde ese encierro físico y emocional, Junior desnuda su vida, sus golpes en el ring y en el alma, su vínculo con su hija y esa eterna búsqueda de redención.
“Estoy con la ansiedad de mostrar algo completamente distinto a lo que hice hasta ahora. Podría haberme quedado haciendo comedias familiares o trabajando cómodo con Javier Faroni, pero sentí que era el momento de cambiar, de mostrar otra cosa”, compartió en diálogo con Radiopolis (Radio 2).
En la charla se muestra honesto, sin filtro ni pose de galán: “El año me lo armé yo. Busqué a Mey, una amiga de verdad, y con ella armamos esta cooperativa. No podía seguir esperando que me convoquen. Quería ser el dueño de mi producto. Esto no es solo una obra, es una decisión de vida”.

La historia pega y emociona. En esa última noche antes del veredicto, Junior decide hablar. Y lo que cuenta no son solo combates ganados o perdidos en el ring, sino sus verdaderas peleas: la adicción, la paternidad, los mandatos, el orgullo y el miedo.
Castro logra una interpretación que sorprende por su naturalidad. Hay un trabajo fino en los silencios, en la contención, en la forma de decir sin declamar. La iluminación acompaña con precisión cada instante y la puesta, despojada pero simbólica, permite que toda la atención esté puesta en él. En Junior. En ese hombre que cae, pero intenta levantarse con dignidad.
Desde su estreno, “Caer y levantarse” fue aclamada por la crítica. Castro, apasionado del deporte, reveló que ese detalle fue determinante para conectar con el personaje: “Junior tenía que tener una profesión. Podría haber sido farmacéutico, pero como conozco el boxeo, me fue más fácil hacerlo boxeador. Me cerró por todos lados: el cuerpo, la lucha, la historia… todo se armó increíble”.
“La vida es eso: caer y levantarse. Todos nos caímos alguna vez. Y nadie te levanta. Podés tener 40 personas diciéndote sos el mejor, pero si no decidís levantarte, todo eso son palabras", dijo sin eufemismos.
Y en tono íntimo, Castro también dejó ver algo de su mirada sobre el medio: “En algún momento sentí que tenía que demostrar que soy actor. Es raro, después de 34 años de laburo, volver a hacer lo mismo que hacía cuando empezaba: hacer teatro independiente para ganarme un lugar. Pero esta vez lo hago para mostrar quién soy y hacia dónde quiero ir".
“No tengo capacidad para ser careta. Me encantaría, pero no me sale. Soy como soy en casa, en la calle y en el escenario. Por eso esta obra me atraviesa tanto”, agregó.
Rosario, parada clave
Sobre su paso por la ciudad, el actor fue enfático: “Rosario es una plaza fundamental. Es una ciudad que respira arte. Fui muchas veces, pero ahora voy con una obra muy artística y personal. Me dijeron que el Broadway es grande, pero no me importa. No pienso en eso. Voy a mostrar esta otra faceta mía”.
Tras Rosario, la gira sigue por Córdoba, Mendoza, Formosa, Chaco y el Gran Buenos Aires. Luego, el actor volverá a Buenos Aires para retomar su participación en la obra “Sansón de las Islas” en el teatro San Martín, prepararse para volver a la ficción televisiva.
Luciano Castro se entrega por completo en escena. Sin red, sin escenografía lujosa, sin elenco que lo sostenga. Solo, pero con un texto poderoso, un equipo sólido detrás y una convicción que se respira desde la primera palabra. "Caer (y levantarse)” es una de esas obras que no se olvidan fácil. Porque nos habla a todos. Porque alguna vez fuimos Junior. No es una función. Es una confesión. Y es probable que salgas del teatro con una sola certeza: todos caemos. Pero algunos —como Luciano Castro— también saben cómo levantarse.