48 horas es todo lo que Maximiliano Pullaro concedió a su gabinete y los funcionarios de segundas y terceras líneas después de ganar la elección del domingo 13 de abril. El martes, cuando los 20 puntos de distancia sobre el segundo y los 33 convencionales conseguidos todavía eran motivo de celebración en las filas de Unidos, los reunió en la capital provincial y los arengó a no relajarse: “Los santafesinos ratificaron el rumbo del gobierno, lo que implica más responsabilidad. Tenemos que reflexionar para ver de qué manera cada uno de nuestros equipos puede ser más eficientes y austeros”.
Durante el discurso de apertura de sesiones legislativas, el jueves pasado, volvió sobre esas ideas y otras que lo obsesionan y que son las principales fortalezas del gobierno, como seguridad, orden en el Estado y ahorro para financiar inversión en infraestructura.
Puso en el centro de la escena el perfil productivista, que es su marca de identidad, el “carácter” del gobierno que “devolvió autoridad al Estado” en las cárceles y las calles, y frente al Estado nacional y las corporaciones. Enfatizó en un método de gestión que le permite medir resultados, el seguimiento de los temas y anticiparse a los problemas en lugar de correr detrás.
El rol del Estado
En uno de los pasajes dijo: “Acá, en Santa Fe, estamos construyendo un Estado serio, eficaz e inteligente que abra las puertas a la inversión privada”. En la Argentina de 2025, el verbo “construir” asociado a la palabra Estado no puede entenderse sino como una diferenciación del gobierno nacional, que de manera manifiesta hace lo inverso. El verbo preferido del presidente Javier Milei cuando se refiere a la palabra Estado es “destruir”. Él mismo se definió como un “topo” cuyo objetivo es destruirlo desde adentro.
Por el contrario, Unidos tiene otra concepción política y social del Estado. El Partido Socialista, la UCR y el PRO tuvieron y tienen diferencias sobre el perfil, sus alcances y tamaño sin que eso afecte la coincidencia básica: Estado presente para articular la diversidad de intereses de la sociedad y fundamentalmente como igualador de oportunidades.
El socialismo preferiría mayor protagonismo y despliegue de políticas sociales; y el PRO quizás hubiera elegido la privatización como primera opción para algunas de las empresas de servicios públicos. Pullaro es el que conduce. En su mensaje a las cámaras mencionó 22 veces la palabra Estado, casi siempre seguida de adjetivos positivos que expresan el ideal que pretende: decidido, eficiente, eficaz, serio, ágil, inteligente y menos costoso. Es un menú variado de opciones, todas ellas sujetas a distintas interpretaciones, pero en ningún caso alineada con la idea del Estado enemigo de la sociedad que predica La Libertad Avanza.
En segundo plano
El mensaje a las cámaras fue corto. Se notó un esfuerzo por evitar un tedioso repaso área por área y hacer un enfoque transversal, que explicite lo hecho, el rumbo y los objetivos que persigue el gobierno.
Las grandes ausentes en el discurso fueron las políticas de género, medioambientales y de cultura. Tampoco hubo menciones directas a la pobreza, que según el Indec ronda el 40% en los dos grandes centros urbanos de la provincia.
La ex ministra y diputada provincial del FAS, Claudia Balagué, señaló que en educación “sólo se hizo referencia a la construcción de aulas y el plan de alfabetización. Recordemos que el programa Raíz sólo abarca los primeros tres años de la primaria, y no hubo menciones al nivel superior ni a la secundaria, que es el nivel que está más en crisis”.
El gobierno admite que hay una elección narrativa que pone el foco en el perfil productivista, la seguridad y la gestión del Estado con equilibrio e inversión, pero niega falta de empatía con los castigados por la depreciación de salarios, la informalidad y la crisis de las obras sociales.
“Las escuelas vuelven a empezar las clases en tiempo y forma y los chicos tienen clases todos los días al igual que en las escuelas privadas; el programa Nueva Oportunidad y el Abre Familia tienen más recursos que antes, el presupuesto de la Agencia de Prevención de Consumo de Drogas y Tratamiento de Adicciones se multiplicó varias veces, triplicamos la asistencia alimentaria y el ahorro conseguido en la compra de medicamentos –132.000 millones según el gobernador– fue para comprar más, no menos, y cubrir lo que el gobierno nacional dejó de mandar”, defienden cerca del gobernador.
La narrativa del gobierno de Unidos gira en torno a sus prioridades y fortalezas y está influida por la agenda que impone el gobierno de La Libertad Avanza, con el que hasta hace poco compartía electorado y ahora compite por él.
A diferencia del gobierno libertario que juega a la polarización y se desentiende de la agenda social, no es buen negocio para Unidos dejar liberados carriles de representación social para que crezca una oposición que, aún desarticulada y dispersa, podría encontrar una oportunidad si finalmente se consolida el escenario de tercios que insinuó de forma subterránea la elección de constituyentes.
La tercera vía
“Venimos de un país donde se pesaba la plata y las obras nunca se concretaban”, dijo Pullaro en un pasaje del discurso. En otro momento, tras dar cuenta de las cifras de ahorro conseguidas en un año y medio en distintas áreas y funciones del Estado, definió: “No entendemos al ahorro (fiscal) como un fin en sí mismo, sino como la única manera de incrementar la inversión pública para posibilitar mejores condiciones de desarrollo y progreso”. En resumen ni la corrupción del kirchnerismo, ni el destructivo desestimiento del gobierno libertario. La identidad también se construye desde las diferencias.
La Casa Gris instala la idea del modelo Santa Fe ahora que Pullaro ganó la elección de constituyentes y tiene casi asegurada la posibilidad de pelear la reelección en 2027. La reforma constitucional era el último gran objetivo político para la primera etapa de gobierno –los otros fueron las reformas de seguridad, la previsional, de la Corte de Justicia y la de compre santafesino– y se completa con un razonable margen de autonomía económica, imprescindible para cualquier aventura política.
“Demostramos que tenemos equilibrio fiscal, tenemos espacio para bajar carga tributaria, hacemos obra pública y no dejamos de dar prestaciones. Esto es molesto para alguien que quiere convencernos a los argentinos que hay que ajustar y que el precio a pagar por ese ajuste es dejar de hacer inversiones”, dijo esta semana el ministro de Economía Pablo Olivares cuando se le preguntó por las idas y vueltas entre los gobiernos de provincia y Nación.
En este punto vale prestarle atención a los verbos que se usan. La Casa Gris aplica el verbo “mostrar”. Todavía no usa “proponer”, que está latente, pero embargado por el momento. “El modelo Santa Fe”, como dicen en el gobierno, se presenta como alternativa emergente a los modelos antagónicos que encarnan Milei y el kirchnerismo. Un atisbo de tercera vía cuya expectativa es acumular con experiencias políticas de otras provincias y partidos que no están dispuestas a alinearse con el gobierno libertario ni con el kirchnerismo sobreviviente.
El pullarismo sabe que si le va bien tendrá oportunidades de jugar un rol en la política nacional, aunque va paso a paso y llama a silencio a los ansiosos. También tiene mucho para perder si asoma la cabeza antes de tiempo.