La capacidad de los chatbots de IA generativa para elaborar contenidos y responder o explicar conceptos complejos sobre prácticamente cualquier tema no solo está transformando la manera en que trabajamos, sino también en cómo estudiamos y aprendemos. Herramientas como ChatGPT y Gemini ya dejaron de ser simples curiosidades tecnológicas para transformarse en un poderoso instrumento multiuso, una auténtica navaja suiza de conocimientos y habilidades a la que es casi imposible resistirse.
Como era de esperarse, un recurso tan potente inmediatamente llamó la atención de usuarios más allá del ámbito tecnológico, entre ellos estudiantes de todo el mundo, que rápidamente comenzaron a usarlo para ahorrar tiempo y esfuerzo en tareas y proyectos. Algunos lo adoptaron como recurso enriquecedor, otros, como un atajo para resolver rápido y sin mayores complicaciones los trabajos encargados por maestras y profesores, aprovechando tanto su veloz capacidad resolutiva como su aparentemente infinita sabiduría.

Es cierto que la tentación de dejar que la inteligencia artificial resuelva todo por nosotros no solo es muy fuerte sino especialmente seductora, sobre todo en aquellos poco inclinados al esfuerzo y la responsabilidad, más aún cuando las respuestas llegan en segundos y con una redacción impecable. Sin embargo, confiar ciegamente en estas herramientas puede volverse un arma de doble filo. Si no entendemos lo que entregamos, si no repasamos y corregimos, corremos el riesgo de aprender cada vez menos. Además, creer que el profesor no descubrirá el truco es subestimar tanto su experiencia como la relación diaria que construye con sus estudiantes, y un texto que no refleja el nivel habitual del alumno no tarda en levantar sospechas.
Prohibir estas herramientas no tiene demasiado sentido. Además de haber llegado para quedarse, su uso será cada vez más extendido e intensivo. Lo fundamental es aprender a usarlas con criterio, porque bien aprovechadas pueden convertirse en verdaderas aliadas para estudiar mejor, ahorrar tiempo y aprender de una forma más personalizada, con el ritmo y la profundidad que cada uno necesita.
Una de las plataformas más útiles y quizá no tan conocida en comparación a ChatGPT o Gemini, es NotebookLM, de Google. A diferencia de otros chatbots que responden en base a información general, NotebookLM trabaja directamente con los materiales que el estudiante le carga: apuntes, documentos de Google, PDFs, páginas web, vídeos de YouTube y libros digitalizados. Una vez analizados, permite hacerle preguntas sobre las fuentes suministradas, pedirle resúmenes, FAQ (preguntas y respuestas frecuentes), líneas de tiempo y mapas mentales para organizar la información de manera jerárquica.

Además, NotebookLM funciona como un profesor particular. Por ejemplo, un alumno de secundaria que está preparando un examen de biología puede subir sus apuntes y el capítulo correspondiente del libro, y luego simplemente escribirle: “No entiendo la diferencia entre mitosis y meiosis, ¿me la explicás con palabras simples?” La herramienta no solo responderá con una explicación clara y adaptada al nivel del material cargado, sino que también señalará exactamente el fragmento del texto del cual extrae la información. Así, se puede tener la seguridad de que no está inventando nada (la famosa “alucinación” de la IA), sino que está tomando la respuesta de una fuente confiable, la del propio estudiante.
NotebookLM incorporó funciones muy innovadoras, como la opción de “Guía de Estudio”, que con un clic genera un conjunto de preguntas de repaso sobre el temario suministrado, así como un glosario con definiciones de los términos clave. Así, la IA no solo puede producir una lista de preguntas tipo examen para la autoevaluación, sino incluso se le puede pedir que actúe al revés y haga preguntas para luego corregir las respuestas, simulando una evaluación con su consiguiente devolución e identificando en qué se equivocó.

Una de las características más sorprendentes es la posibilidad de transformar todos estos documentos y materiales cargados en una presentación de audio similar a un podcast, presentado por dos anfitriones de IA -una voz masculina y otra femenina- que discuten y analizan el contenido como si se tratara de un programa de radio. No solo permite repasar mientras se hacen otras actividades, como andar en bici o hacer las compras, sino que es ideal para quienes aprenden mejor escuchando.
Además, es una herramienta muy útil para combatir la “curva del olvido”, la tendencia natural a olvidar información recién aprendida si no se repasa, ya que permite reforzar los temas escuchando audios una y otra vez, convirtiendo los apuntes tradicionales en una experiencia mucho más dinámica. Así, el estudio se adapta al ritmo de vida del estudiante, y no al revés.
Tal vez una de las herramientas más versátiles y conocidas por los alumnos que eligen darle un impulso a su estudio con inteligencia artificial sea ChatGPT. A diferencia de NotebookLM, que se basa exclusivamente en los documentos cargados por el usuario, la versión gratuita de ChatGPT elabora sus respuestas a partir de un enorme conjunto de información incorporada durante su entrenamiento previo.

Esto significa que no accede a internet en tiempo real ni trabaja con archivos personales (salvo en versiones pagas o cuando se habilita la función de búsqueda web), por lo que no siempre es posible verificar el origen de sus afirmaciones, llegando en algunos casos a inventar autores, libros o datos. Esto, para un estudiante que copia y pega sin chequear, no solo puede convertirse en un error grave con consecuencias académicas importantes, sino que también vacía de sentido el acto de aprender.
Aún así, esto no impide que sea un instrumento extremadamente útil para estudiar. Se le puede pedir que explique un concepto difícil con palabras sencillas, que resuma un texto largo destacando únicamente la información importante, que corrija un párrafo escrito por el alumno o que proponga una serie de ejercicios. En todos los casos, la eficacia de ChatGPT depende de la calidad de las instrucciones que reciba, lo que en el mundo de la IA se conoce como prompting.
Cuanto más clara, específica y contextualizada sea la consigna, mejor será la respuesta. No es lo mismo preguntar “¿Qué es la fotosíntesis?” que decir “Explicame qué es la fotosíntesis como si tuviera 13 años y estuviera preparándome para una prueba de ciencias naturales”. Lo mismo ocurre con cualquier solicitud, cuanto más detalles incluya la indicación, más preciso y útil será el resultado. Además, siempre se pueden pedir ejemplos del mundo real o analogías que ayuden a comprender un tema en particular, acercando la abstracción del contenido educativo a la experiencia cotidiana del estudiante.
La tercera herramienta en este recorrido es Gemini, el chatbot de Google, cuya principal ventaja en su versión gratuita es el acceso a internet en tiempo real. Esto permite obtener respuestas actualizadas, incorporar datos recientes y, lo más importante, contrastar la información que proporciona.
Para eso, incluye una característica muy útil: un botón especial de “comprobar respuesta”. Al hacer clic, Gemini realiza una búsqueda en la web, comparando su respuesta con las referencias encontradas. Esta función es especialmente valiosa para verificar la autenticidad del contenido, ya que señala, párrafo por párrafo, qué partes están respaldadas por artículos o páginas confiables, y cuáles no. A su vez, es una herramienta que fomenta el pensamiento crítico, ya que no se trata solo de recibir una respuesta, sino de aprender a validar lo que se dice y consultar fuentes como parte del proceso de estudio.

Google está trabajando en versiones de su IA enfocadas específicamente en la educación, como Google Learn About, una edición especial de Gemini que no solo da respuestas, sino que brinda explicaciones desglosadas para facilitar la comprensión de los conceptos. A diferencia de los chatbots tradicionales, esta versión fue diseñada para ofrecer experiencias educativas más interactivas y visuales, utilizando técnicas pedagógicas y recurriendo a fuentes más confiables, con especial cuidado en la precisión de los datos.
Anunciada en 2024, por el momento solo está disponible en inglés y para usuarios de los Estados Unidos, por lo que todavía no es una opción viable para estudiantes argentinos. Sin embargo, como ocurre con la mayoría de los productos de Google, es muy probable que en el corto plazo se habilite también en nuestra región y en español, ampliando así las posibilidades de acceso a una IA pensada desde el comienzo para aprender.
En definitiva, la inteligencia artificial no va a reemplazar el esfuerzo de estudiar, pero sí puede hacerlo más personalizado y motivador. Como cualquier herramienta poderosa, especialmente en la educación, requiere un uso responsable y consciente para ayudarnos a pensar mejor, no para que piense por nosotros. Al fin y al cabo, aprender no es acumular respuestas, sino hacer buenas preguntas.