El Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional de la Ciudad de Buenos Aires condenó este miércoles a prisión perpetua a un podólogo acusado de asesinar a su esposo en 2020, tras administrarle suero envenenado mientras se encontraba internado en un sanatorio del barrio porteño de Recoleta. La sentencia se conoció tras un proceso judicial que reconstruyó los hechos ocurridos durante la hospitalización de la víctima.
Guillermo Germán Berjeli, de 47 años, fue considerado por la jueza Cinthia Oberlander y sus colegas Adrián Pérez Lance y Juan Manuel Grangeat como autor del homicidio cuádruplemente agravado por el vínculo, por haber sido cometido con alevosía, por el suministro de veneno y por codicia ya que el motivo del crimen habría sido una herencia de 300 mil dólares que el asesino pretendía cobrar.
Como parte de la sentencia, se dispuso que se comunique la decisión al hermano de la víctima. Berjeli, que llegó al debate detenido, se encuentra alojado en el Complejo Penitenciario Federal I de Ezeiza. En sus últimas palabras, aseguró que no había cometido el hecho y que era “totalmente inocente”.
En su momento, cuando culminó la investigación y el titular del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional N°19, Diego Javier Slupski, ordenó su captura, Berjeli estuvo dos meses prófugo hasta ser detenido por la División Homicidios de la Policía de la Ciudad el 18 de julio de 2023 en su ciudad natal, Mendoza.
De acuerdo con lo planteado por el fiscal general Juan Manuel Fernández Buzzi en su alegato, el podólogo se casó con su pareja, el ciudadano chileno Roberto Alfonso Aquiles Guzmán Jaque, el 16 de septiembre de 2019 y ambos convivían en un inmueble de la calle Thames al 100 del barrio porteño de Villa Crespo.
Allí también vivía la madre de la víctima. El 16 de diciembre de ese mismo año –es decir, a tres meses del casamiento–, Guzmán Jaque sufrió una descompensación que concluyó con una internación en el Sanatorio Anchorena, con un cuadro de deterioro del sensorio, insuficiencia renal, desorientación, trastorno en la marcha y alteración en el habla.
Si bien la víctima era portador del VIH, los médicos durante el juicio sostuvieron que se encontraba bajo control y que poseía una carga viral indetectable. Tras 27 días de internación en terapia intensiva, el hombre falleció a los 58 años el 12 de enero de 2020 en el mencionado centro médico privado de la calle Anchorena al 1800.
Tras la denuncia que hizo una enfermera, se pudo acceder a videos del cuarto de terapia donde se lo observaba a Berjeli intercambiar los sueros de su pareja con otros que traía en una mochila y que, de acuerdo con lo planteado por el Ministerio Público Fiscal tanto el juicio como en la investigación contenían alcoholes pesados como metanol o etilenglicol, que se utilizan en solventes, anticongelantes o en cosméticos.
“Las imágenes son sumamente claras y elocuentes, no hay dudas de que estaba haciendo algo que no se podía hacer. La secuencia termina explicando cómo se introdujo la sustancia tóxica en el cuerpo de la víctima”, remarcó el fiscal. A esto le sumó que fue el acusado quien intentó “hacer desaparecer” toda la evidencia en torno a su accionar a través de la cremación de su marido a menos de 48 horas de su fallecimiento.
“Fue tan clara y evidente la manipulación que en el juicio terminó admitiendo que manipuló los sueros, aunque intentó dar una explicación inverosímil e inadmisible”, puntualizó el fiscal al momento de analizar las dos declaraciones que dio Berjeli durante el debate. En la primera, el imputado había expresado que llevó al sanatorio recipientes de solución fisiológica que habían sido bendecidos por un cura y que no había llevado agua porque “podía estar contaminada”.
Durante su segunda indagatoria, antes de los alegatos, Berjeli aseguró que realizaba una “imposición de manos” sobre el cuerpo de su pareja y sobre los sueros para transmitirles “energía sanadora”.
Al momento de encuadrar las acciones de Berjeli, el fiscal marcó que se trataba de un homicidio que alcanzaba cuatro agravantes: el vínculo, la alevosía, la codicia y el uso de veneno. “No hay ninguna duda de que Berjeli estaba intoxicando a su marido porque quería causarle la muerte. Todo fue buscado, planeado y sabido”, afirmó.

Con respecto a la alevosía, explicó que el procedimiento que utilizó el acusado fue para ocultar lo que estaba haciendo a un hombre que permanecía inconsciente e indefenso en la cama del hospital. “Mientras parecía que era un esposo atento y preocupado por su cónyuge, en realidad lo estaba matando”, consideró el fiscal y aseguró que en el caso se configura “la desidia, la traición y el quebrantamiento de la confianza brindada” que requiere dicho agravante.
Luego explicó que el metanol y el etilenglicol son tóxicos y pueden ser calificados como veneno, ya que se trata de elementos que generan un desequilibrio orgánico que provoca la muerte de la persona que las consume.
El sitio web del Ministerio Público Fiscal indicó que la prueba clave del caso fueron los videos de las cámaras de seguridad del sanatorio.