Este miércoles por la noche, el básquet rosarino coronó a un nuevo campeón. La Copa 99 Aniversario de la Asociación Rosarina fue para Atalaya, que derrotó en una tremenda final a Temperley por 61 a 60, en un partido que se disputó en el Cruce Alberdi y que terminó en escándalo, con gases lacrimógenos y enfrentamiento entre policías e hinchas.
En cuanto al juego, Temperley sacó una rápida y amplia ventaja de 11 a 0 en el comienzo y a Atalaya le costó varios minutos anotar sus primeros puntos, hasta que un triple rompió la sequía. De todos modos, los primeros dos cuartos fueron del Negro.
Parecía un partido cómodo para los dirigidos por Mariano Juncos. Sin embargo, tratándose de una final, nada podía asegurarse. Porque el segundo tiempo fue todo de Atalaya. Y tras estar abajo por 22 puntos, se puso a solo 3, a menos de 4 minutos para el final del partido.
El Azul quedó a una bola del empate y con la posesión del balón. Pero falló. Pasaron los minutos, el reloj marcó 2 minutos para el cierre y el resultado estaba inmóvil. Los dos erraron: de tres, de dos y desde la línea de libres. Los nervios se podían palpar.
A un minuto y veinte segundo, rompió la sequía Temperley con un libre, pero Atalaya respondió y se puso a 2 puntos muy rápido. Un final tremendo. Un triple de Facundo Maruelli., el héroe, 2 segundo de la bocina, puso a delirar al equipo de Juan Pablo Lupo.

El partido se jugó en el Cruce Alberdi, con las tribunas repletas, que le dieron un marco verdaderamente brillante a una final del básquet rosarino, que muchas veces se vio opacado por cuestiones extradeportivas. Y esta no sería la excepción.
A veces, cuestiones logísticas, la pica entre las hinchadas o por la propia burbuja que no deja explotar a un deporte con un potencial maravilloso. Lo concreto es que la fiesta del básquet volvió a empañarse.
Incluso, la final debió jugarse el domingo, pero el mal clima y la lluvia generaron goteras en el estadio e hicieron imposible la realización del juego en óptimas condiciones. También ayudó a la suspensión la sospecha fundada de un posible enfrentamiento entre las hinchadas. Por eso, este miércoles fueron necesarios una treintena de efectivos de policía provincial, más seguridad privada.
Hay pocas ciudades en el país que tengan una fisonomía como la que tiene Rosario, en relación con el básquet. En cada club de la ciudad, en cada barrio, por más humilde o lujoso que sea, hay un espacio para que la naranja coquetee con algún tablero. No pasa en todos lados.
Con pasión y sobre todo con corazón, la gente trabaja incansablemente para que sus clubes sigan vivos en tiempos de crisis e individualismo.
La tecnología ayudó para que sea un poco más visible. El streaming del partido pasó las dos mil personas en sus picos de mayor dramatismo deportivo. La tarea de Rodrigo Sánchez y David Ferrara en la narración de la caliente final también es un ejemplo del corazón y la pasión con la que se trabaja en la ciudad.
El básquet de la ciudad volvía a tener una chance de mostrarse mejor, más maduro y de vivir una fiesta. Pero siempre hay gente que no quiere. Atalaya fue el campeón y celebró, Temperley se quedó en la puerta. Pero los dos mostraron que el básquet local está vivo y que tiene mucha energía para dejar de ser ese deporte siempre emergente que nunca termina de explotar. Hay gente que lo quiere ver crecer, que lo consume, gente que trabaja por ello. Y hay gente que no.