Adios "Emergente": ¿Qué significa para los negocios que MSCI mantenga a Argentina en la categoría "standalone"?

La decisión de MSCI mantiene a la Argentina en la categoría "standalone", frenando la llegada de grandes inversiones internacionales y exponiendo desafíos clave para el financiamiento local y la confianza de los mercados

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El veredicto de MSCI, la firma que arma los índices de referencia para inversores de todo el mundo, cayó como un baldazo de agua fría para quienes esperaban ver a la Argentina de nuevo en las grandes ligas financieras. El país sigue en la categoría "standalone", la peor de todas, lo que frena la llegada de inversiones de fondos internacionales.

La decisión de MSCI de mantener a la Argentina en la categoría "standalone" implica que las acciones locales no son parte de los índices de mercados emergentes o fronterizos. Esto limita la capacidad de los grandes fondos de inversión, que suelen replicar esos índices, de poner su plata acá. Compartimos esta categoría con economías como Jamaica o Ucrania, lo que ya nos da una pauta del desafío que tenemos por delante. La noticia no sorprendió a todos los operadores de la City porteña; muchos ya lo veían venir por la incertidumbre sobre el rumbo económico del país a mediano y largo plazo. De hecho, los bonos soberanos y los ADRs argentinos mostraron volatilidad, evidenciando la sensibilidad del mercado a este tipo de definiciones.

¿Qué implica esto en la práctica para la economía local?

Que la Argentina siga en la categoría "standalone" tiene varias aristas que afectan directamente al acceso al financiamiento y la percepción de riesgo. En la práctica, significa que a los inversores internacionales les resulta más complejo y, en algunos casos, directamente imposible, invertir en acciones argentinas a través de los grandes fondos indexados. Esto reduce el flujo de capitales que podría ingresar al país, tan necesario para el desarrollo de proyectos productivos y la generación de empleo.

Pensemos en una gran empresa como Mercado Libre, que ha logrado expandirse en la región y a nivel global. Si bien su tamaño y trayectoria le permiten sortear algunas de estas barreras, el marco general de la categoría "standalone" puede dificultar la llegada de nuevas inversiones directas de portafolio para otras compañías, especialmente las de menor tamaño o aquellas que buscan financiamiento a largo plazo.

MSCI, en su análisis, puso el ojo en varias cuestiones. Una de ellas es la disponibilidad de información. Mencionan que los datos de las empresas no siempre están en inglés, lo que complica el análisis para los inversores foráneos. Otra objeción importante es la de las intervenciones gubernamentales, que siembran dudas sobre la estabilidad del "mercado libre". Recordamos, por ejemplo, los vaivenes en las regulaciones de precios o las restricciones cambiarias que han afectado a sectores como el agropecuario o el energético en el pasado. Un caso emblemático fue el de la expropiación de YPF en 2012, que generó un fuerte impacto en la percepción de riesgo y la confianza de los inversores internacionales.

Además, señalaron la limitada competencia entre corredores de bolsa, lo que puede encarecer las transacciones, y las restricciones para operaciones fuera de mercado. También destacaron la escasez de instrumentos de inversión y la imposibilidad de que algunos mercados cumplan con los requisitos mínimos de liquidez. Si bien en abril de 2025 se anunciaron flexibilizaciones para la repatriación de dividendos y se dio un paso hacia un esquema cambiario más flexible, MSCI considera que aún persisten obstáculos, sobre todo para los inversores institucionales. Como dijo el titular de Latam Advisors, Sebastián Maril: "Salvo alguna excepción, Argentina recién podría ser incluida en la lista en junio de 2026 para ser reclasificada a frontera o emergente en junio de 2027".

¿Qué puede hacer el sector privado frente a este escenario?

Frente a la decisión de MSCI, las empresas y el sector privado en general tienen un desafío doble: por un lado, adaptarse a un contexto de financiamiento externo más limitado y, por otro, buscar formas de generar confianza y atraer capitales.

Una estrategia clave es enfocarse en la solidez y la transparencia. Empresas como Arcor, un gigante alimenticio que ha sabido consolidarse en la región, o Tecpetrol, con sus inversiones en Vaca Muerta, son ejemplos de cómo la apuesta por proyectos de largo plazo, la buena gobernanza y la capacidad de generar valor pueden sortear las dificultades del entorno. Esto implica fortalecer los balances, mejorar la eficiencia operativa y, sobre todo, brindar información clara y accesible, siguiendo estándares internacionales. La buena información financiera no solo es para cumplir, sino para mostrarse al mundo.

Otra vía es la diversificación de las fuentes de financiamiento. Esto significa no depender únicamente de la inversión extranjera directa, sino explorar el mercado de capitales local, buscar alianzas estratégicas con otras empresas (nacionales o regionales) o incluso recurrir a organismos multilaterales de crédito. Por ejemplo, la banca privada ha comenzado a ofrecer líneas de crédito específicas para sectores exportadores, buscando apalancar el crecimiento de empresas con capacidad de generar divisas.

También es fundamental que las empresas trabajen en la adaptación y flexibilidad. El contexto actual requiere agilidad para cambiar y redefinir estrategias de negocio. Empresas de tecnología, como Globant, han demostrado que la capacidad de innovar y ofrecer servicios de alto valor agregado a nivel global les permite trascender las clasificaciones de mercado de su país de origen.

El camino hacia la reclasificación como mercado "emergente" es largo y complejo. No pasa solo por las decisiones del gobierno, sino también por el compromiso del sector privado en mejorar la calidad de sus operaciones y la transparencia de su información. El mercado, más allá de los índices, siempre premia la previsibilidad y la seguridad jurídica.

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