Sin embargo, en la pr谩ctica, 驴hasta qu茅 punto las escuelas est谩n preparadas para garantizar el derecho a la educaci贸n de ni帽os y ni帽as con discapacidad? 驴Qu茅 tan lejos estamos de una verdadera inclusi贸n y no solo de una integraci贸n formal?

De la integraci贸n a la inclusi贸n: una deuda pendiente

La educaci贸n inclusiva no es nueva en los discursos pedag贸gicos, pero su implementaci贸n real a煤n encuentra obst谩culos. Desde la sanci贸n de la Ley de Educaci贸n Nacional N掳 26.206 en 2006, que reconoce el derecho a la educaci贸n en contextos comunes para estudiantes con discapacidad, hasta normativas internacionales como la Convenci贸n sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, el marco legal est谩. Lo que falta, muchas veces, es la decisi贸n pol铆tica y los recursos para que la norma baje al aula.

"Tenemos chicos que est谩n matriculados, pero no integrados. La escuela los recibe, pero no los incluye", apunta Mariana Recalde, especialista en pedagog铆a inclusiva. Y la diferencia es clave: la integraci贸n implica que el estudiante con discapacidad se adapte al sistema. La inclusi贸n, en cambio, exige que el sistema se adapte a las necesidades de todos.

Formaci贸n docente: entre avances y desaf铆os

Uno de los pilares de una educaci贸n inclusiva real es la formaci贸n docente. En los 煤ltimos a帽os, se han multiplicado cursos, seminarios y diplomaturas sobre el tema. Algunas provincias, como Buenos Aires y C贸rdoba, han incorporado contenidos de educaci贸n inclusiva en los profesorados. Sin embargo, sigue siendo una deuda su incorporaci贸n transversal y obligatoria en todas las carreras de formaci贸n docente.

"La mayor铆a de los docentes no tuvo formaci贸n espec铆fica sobre discapacidad, y mucho menos sobre accesibilidad pedag贸gica o dise帽o universal para el aprendizaje", explica Gustavo G贸mez, director de una escuela secundaria en zona sur del conurbano bonaerense. "Entonces, el trabajo se hace con buena voluntad, pero tambi茅n con mucha improvisaci贸n".

Las barreras reales: infraestructura, recursos y mirada

M谩s all谩 del compromiso individual de muchos docentes, las barreras estructurales persisten. La falta de accesibilidad edilicia es apenas la punta del iceberg. Tambi茅n hay escasez de materiales adaptados, dificultades para implementar apoyos personalizados y, en muchos casos, la ausencia o rotaci贸n constante de maestras integradoras.

Pero quiz谩s una de las barreras m谩s dif铆ciles de derribar es la cultural: la mirada capacitista que todav铆a prima en muchas instituciones. "Nos encontramos con escuelas que piden 'no chicos con discapacidad intelectual' o que se niegan a trabajar con ciertos diagn贸sticos", denuncian desde organizaciones como TGD Padres TEA. El miedo, la desinformaci贸n y la falta de acompa帽amiento estatal siguen dejando a muchas familias en una lucha permanente.

驴Hay lugar para todos?

La inclusi贸n educativa no se trata de un favor ni de una excepci贸n: es un derecho. Y como tal, debe garantizarse desde la pol铆tica p煤blica, la gesti贸n escolar y la pr谩ctica cotidiana. Las experiencias exitosas existen, y muchas escuelas est谩n haciendo un trabajo valiente y comprometido para transformar sus modos de ense帽ar y vincularse. Pero el sistema a煤n no est谩 a la altura de ese compromiso.

"No alcanza con inscribir a un ni帽o con discapacidad", sentencia Recalde. "Hay que revisar c贸mo se ense帽a, c贸mo se eval煤a, c贸mo se construyen los v铆nculos. Incluir es cambiar todo lo que haya que cambiar para que haya lugar para todos".

La pregunta, entonces, ya no es si hay cupo, sino si hay voluntad real de construir un sistema educativo donde la diversidad no sea un problema a resolver, sino una riqueza a abrazar.