Tres mujeres santafesinas que superaron tratamientos por cáncer de mama integran el equipo federal que el próximo año competirá en el Mundial de Bote Dragón de Equipos Rosa, un evento que tendrá lugar en el Lago Bourget, situado al norte del departamento de Saboya, en Francia. La competencia representa un desafío para todas aquellas mujeres que, a través de este deporte, se unen a grupos en los que no solo encuentran contención, sino además una forma de sanación.

Silvina Echarren es una de las santafesinas que forma parte del equipo federal, que también está integrado por representantes de otras tres provincias. Junto a Daniela Dal Lago y Gabriela Ramírez –del grupo Chicas Pink, formado en la capital provincial–, serán las tres mujeres de Santa Fe que viajarán a la competencia que surgió a partir de la iniciativa que un médico canadiense tuvo décadas atrás.

El equipo federal ya tuvo prácticas en La Plata y Córdoba, y en agosto tendrá un nuevo encuentro en Mar del Plata para seguir con el trabajo conjunto de cara al torneo mundial que se celebrará el 26 de ese mes pero el próximo año, con carreras de 200 y 500 metros.

El deporte como herramienta de sanación

En diálogo con Punto Medio (Radio 2), Echarren contó que la propuesta de que mujeres que hayan atravesado tratamientos por cáncer de mama comiencen a remar en bote dragón, un deporte originario de China, surgió en un contexto en el que las operaciones eran "muy agresivas".

"Se están cumpliendo 30 años de este movimiento, que viene de una época en la que las operaciones eran muy agresivas porque te sacaban toda la cadena de ganglios linfáticos de la zona de la axila", recordó la mujer, a quien tras su intervención le recomendaron evitar movimientos bruscos de sus brazos, una limitación para hacer actividad física.

Aunque en la actualidad durante estas operaciones solamente se retiran ganglios específicos y no todos –algo que se hacía por prevención–, los condicionamientos posteriores de aquellas cirugías fueron el puntapié inicial para fomentar un cambio de perspectiva. "Eramos mujeres jóvenes a las que nos decían que tuviéramos nuestros brazos quietos", recuerda Silvina, que actualmente entrena todas las semanas junto a su grupo.

La mujer mencionó a Donald McKenzie, un médico canadiense con amplia experiencia en medicina deportiva que hizo un aporte fundamental para ese cambio de paradigma gracias a su investigación sobre la eficacia del ejercicio como intervención para pacientes con cáncer de mama.

Las "Chicas Pink" practican remo semanalmente.

Gracias a que McKenzie "se animó a desafiar ese precepto y buscó una actividad deportiva que demandara mucho movimiento de los brazos", destaca Echarren, se comenzó a observar un claro beneficio para la salud de estar mujeres: "El movimiento que hacemos al remar va produciendo una especie de drenaje linfático natural que nos ayuda a prevenir el linfedema, que es una de las consecuencias que tienen las operaciones por cáncer de mama".

Y además de esa reducción en la aparición de linfedemas, también se constataron mejoras en el estado anímico de las mujeres que remaban grupalmente, ya que pasaban a formar parte de "un grupo con el que atravesaban acompañadas el proceso posterior al tratamiento".

De esa manera comenzó a gestarse una vía de sanación que se esparció desde Canadá hasta otros países, y que en Argentina tiene "muchos grupos", uno de ellos el de Chicas Pink. En su caso personal, Silvina contó que hace siete años estaba escuchando la radio cuando se enteró de la realización del "primer encuentro nacional de mujeres rosas en Santa Fe".

"Yo le tenía mucho miedo al agua, pero decidí tomarlo como un desafío", reconoció, y destacó el valor de haber tomado esa decisión: "Hoy tenemos prácticas semanales para remar, y hace poco agregamos una práctica más intensiva los lunes". Durante las prácticas, que llevan a cabo en el Club Náutico Azopardo de la ciudad de Santa Fe, cuentan con el apoyo de una entrenadora que les da las indicaciones necesarias para que mejoren su rendimiento.

En cuanto al bote, describió que tiene nueve metros de eslora sin contar la cabeza y la cola de dragón, que revisten la proa y la popa, respectivamente, y suman un metro adicional cada una. Se trata de una embarcación en la que van 12 tripulantes: una drummer que marca el ritmo desde la proa, 10 palistas y el timonel.

A bordo del Bote Dragón van 12 tripulantes, 10 de las cuales son palistas. 

Por último, la mujer remarcó que la actividad grupal y en concreto el remar en el bote dragón le permitió a ella y a sus compañeras soltar una enfermedad a la que otras mujeres "quedan atadas", por lo que extendió la invitación para quienes quieran sumarse a actividades como esta. También mencionó que en Rosario hay un grupo que está buscando sumar integrantes, y quienes quieran información pueden escribir a la cuenta de Instagram de Chicas Pink.

A su vez, hizo hincapié en la importancia de realizarse a tiempo y periódicamente los controles necesarios para prevenir la enfermedad y mejorar la probabilidad de que el tratamiento tenga efectos positivos.