No odiamos lo suficiente. Esa es la última oración que baja el presidente desde su púlpito en X y celebran las fuerzas del cielo digital.
No odiamos lo suficiente a los periodistas.
Santiago Caputo llega a un lugar público. Con aire sobrador, mastica chicle. El asesor estrella del presidente concita la atención de los periodistas. Es lógico: no es habitual que el estratega político, el jefe de Gabinete blue que tiene más poder que el jefe de Gabinete oficial, el tipo que cobra como monotributista pero maneja la Side, organismo de inteligencia nacional, y el Arca, el ente recaudador, y que tiene un ejercicio de trolls para salir al ataque de quien sea, esté el alcance de micrófonos y cámaras.
Pero no contesta, trata con desprecio a los trabajadores de prensa, coherente con la línea que le bajó en los últimos días al propio presidente, que le obedece, al igual que cuando interrumpió la entrevista con Joni Viale, en uno de los bochornos más grandes que le dio el vínculo política-periodismo a la Argentina.
Un fotógrafo quiere igual retratar a ese hombre poderoso. Apretar el botón, que se abra el obturador y con la luz quede grabada la imagen de ese tipo que sabe manejarse en la oscuridad.
Santiago Caputo se molesta con el fotógrafo que hace su trabajo. Lo encara de manera intimidante. Toma su credencial de reportero gráfico para saber su nombre, le saca él una foto con su celular a la credencial del fotógrafo. Le dice tres palabras: “Sos un desubicado”.
No odiamos lo suficiente a los fotógrafos. ¿Lo habrá dicho Alfredo Yabrán cuando vio en la tapa de la revista Noticias, de febrero de 1996, su imagen caminando por la playa de Pinamar tomada por José Luis Cabezas? “Sacarme una foto a mí es como pegarme un tiro en la frente”, era la frase que pronunciaba ese empresario que se manejaba con lógica mafiosa, rodeado de ex policías bonaerenses y servicios de inteligencia, éste último un rasgo común con Santiago Caputo. Cabezas lo pagó con su vida.

¿En serio no odiamos lo suficiente? ¿Cuál es la medida del odio para este gobierno?
"Solo el amor apaga el odio, solo el amor vence la injusticia. Solo el amor deja lugar al otro. Sólo el amor es el camino para la plena comunión entre nosotros", escribió alguna vez en la cuenta de @Pontifex el Papa Francisco, el “argentino más importante de la Historia” al que Milei viajó a despedir a Roma la semana pasada.
Pero Milei volvió y con él, el mismo mensaje: no, no odiamos lo suficiente. Ahora es a los periodistas. Pero puede ser a los mandriles. A los econochantas que decían que estaba mal lo que finalmente terminó corrigiendo.
Yo soy el líder, yo digo a quién hay que odiar. La acumulación desde el rechazo al otro. La fragmentación como estrategia de poder. La desintegración social como capital político.
¿Qué tipo de sociedades son las que se engendran desde el odio? ¿Qué consistencia tiene la amalgama de una comunidad que no se construye desde el amor?
El presidente, aconsejado por Santiago Caputo, dice que no odiamos lo suficiente. Hoy es a los periodistas. Pero no hay nada más fácil que hacer listas.
1- Lo que voy a mostrarles es la secuencia entera de lo que hizo Santiago Caputo ayer cuando el fotógrafo Antonio Becerra cumplía con su trabajo de periodista cuando el asesor presidencial ingresaba al debate de candidatos porteños. Becerra le sacó estas dos fotografías pic.twitter.com/ASzdraY3pO
— Cora Gamarnik (@coragamarnik) April 30, 2025
No odiamos suficiente a los que les creen a los periodistas. A las maestras que les enseñan a los hijos de los periodistas. No odiamos lo suficiente a los homosexuales, esos a los que Milei trató de pedófilos en Davos. A los inmigrantes que vienen de los países limítrofes. A los pibes sin futuro. A los científicos. A los jubilados que protestan. A los hinchas del equipo rival. A las mujeres. A los pelados. A los peludos. A las papas fritas.
Hace tiempo, desde bastante antes de Milei, la conversación pública está dominada por las pasiones tristes y el poder encuentra que su negocio es la división. ¿Pero qué destino tiene una comunidad que solo se una para rechazar lo diferente y no encuentra canales para el amor por el otro? ¿Adónde puede ir un país gobernado desde una Oficina del Odio? ¿No nos hemos odiado demasiado ya en esta Argentina partida?