En otra jornada intensa para la Argentina económica, el mercado volvió a dejar señales de tensión y oportunidades mezcladas. El dólar oficial retrocedió a $1.160,98, mientras que el blue se mantuvo firme en $1.200 en Rosario. El BCRA perdió US$ 217 millones de reservas, en un contexto donde los fondos buitre regresan al radar y los bonos vuelven a perder precio, elevando el riesgo país arriba de los 700 puntos.
Para calmar la marea fiscal, Luis Caputo colocó el Bopreal Serie 4, que consiguió US$ 810 millones de demanda sobre los US$ 1.000 millones pretendidos, apostando a dar aire a la deuda impositiva privada. A la par, Wall Street mira de reojo la pulseada política: Trump insultó a Powell tras la última decisión de la Fed, que mantuvo la tasa base pero recortó la proyección de crecimiento de EE.UU. para 2026.
En el frente corporativo, la movida de la semana la protagonizó Flybondi, que cambió de dueño: un fondo de inversión de EE.UU. se convirtió en el principal accionista, apuntando a fortalecer rutas y flota. Por su parte, el grupo Mindlin está a días de definir si avanza en su ofensiva sobre Loma Negra, uno de los activos industriales más emblemáticos del país.
Otra ficha que se mueve es Mirgor, la firma vinculada a Nicolás Caputo, que inauguró su primera planta agroindustrial en Bolívar, apuntando fuerte a la producción porcina y diversificando su portfolio, tradicionalmente anclado en electrónica y autopartes.
En materia de commodities, un respiro llegó desde Chicago: el trigo pegó un salto, lo que se reflejó en mejores precios en Rosario, y la soja también cerró positiva, sosteniendo al sector que sigue siendo columna vertebral de la balanza comercial.
Pero detrás de la macro, el dato que enciende luces políticas es la concentración del PBI nacional: Buenos Aires y CABA generan más del 50% de la riqueza argentina, mientras Santa Fe se consolida como cuarta potencia productiva (7,8%), detrás de Córdoba (8%) apalancada en industria, agro y biotecnología, sosteniendo más de un 10% del PBI nacional y siendo líder exportador de cereales y derivados.
Con bonos en baja, acciones castigadas y un dólar que tantea límites, el motor productivo del interior —con Santa Fe como actor clave— vuelve a demostrar que sin campo ni agroindustria, la película sería aún más compleja.
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