En el tablero del comercio actual, las fronteras se han vuelto difusas. Ya no es necesario que un competidor instale una sucursal en la peatonal para disputar una porción del mercado; hoy, la verdadera batalla se libra en la palma de la mano de cada consumidor, en la pantalla de un celular. El desembarco silencioso pero arrollador de plataformas como Shein o Temu en Argentina es mucho más que una simple moda pasajera o una anécdota sobre compras online. Es una clase magistral en tiempo real sobre agilidad, marketing de percepción y una comprensión casi quirúrgica del comportamiento del nuevo consumidor, un fenómeno que todo empresario o emprendedor debería estar analizando con atención. Porque aunque el producto sea una remera a precio de ganga, el verdadero aprendizaje está en la maquinaria invisible que lo hace posible.
¿Por qué el modelo de Shein es un golazo en el mercado actual?
La conversación recurrente en oficinas y grupos de amigos sobre la sorprendente relación precio-calidad de estos gigantes asiáticos, la variedad casi infinita de productos y los tiempos de entrega cada vez más acotados, es solo la punta del iceberg. Debajo de esa superficie se encuentra un modelo de negocio que ha puesto en jaque a la industria tradicional de la moda y el retail a nivel global. Hablamos del comercio minorista en tiempo real o Real-Time Retail. A diferencia del modelo clásico, popularizado por empresas como Zara, donde las empresas invierten grandes sumas en producir colecciones basadas en predicciones de tendencias con meses de antelación, Shein opera como un laboratorio de datos a escala masiva. En lugar de fabricar miles de unidades de un diseño, lanza pequeños lotes, a veces de apenas un centenar de prendas. Suena arriesgado, pero es todo lo contrario.
Este enfoque les permite testear el mercado con una agilidad sin precedentes. Cada clic, cada "me gusta", cada producto añadido al carrito es un voto. Los diseños que generan tracción se escalan a producción masiva de inmediato, mientras que los que no despegan se descartan sin generar pérdidas significativas por exceso de stock. Es la aplicación pura y dura del principio que Eric Ries, autor de "The Lean Startup", popularizó en el mundo de la tecnología: "La única manera de ganar es aprender más rápido que nadie". Shein no adivina lo que la gente quiere; lo pregunta constantemente y ajusta su oferta en cuestión de días, no de temporadas. Este modelo, sostenido por una cadena de suministro hiper-optimizada, es el verdadero motor de su éxito y una lección invaluable sobre la importancia de la data para minimizar el riesgo. Para una pyme local, replicar la escala es imposible, pero adoptar la mentalidad es fundamental: utilizar las herramientas digitales, desde encuestas en Instagram hasta preventas de edición limitada, para testear ideas antes de comprometer capital importante es una estrategia que hoy está al alcance de todos.
Marketing de Percepción y la Conquista del Bolsillo Argentino
Si la operación es el motor, el marketing es el combustible de alta gama que impulsa a estas plataformas. Su estrategia de penetración no se basa en costosas campañas en medios tradicionales, sino en la creación de un efecto de prueba social a una escala nunca antes vista. El verdadero poder de venta no reside en un anuncio, sino en los miles de videos de "hauls" (reseñas de compras) en TikTok e Instagram, donde usuarios reales muestran sus paquetes, comentan sobre la calidad y exhiben los productos. Como bien dijo el gurú del marketing Seth Godin, "El marketing ya no se trata de las cosas que vendes, sino de las historias que cuentas". Shein ha logrado que sus propios clientes sean sus mejores y más auténticos narradores.
Esta validación por parte de pares se combina con una estrategia de precios y promociones sumamente agresiva y "gamificada". La presentación de precios en pesos, aunque la compra sea internacional, elimina una barrera psicológica importante. A esto se suman cupones de descuento constantes, ofertas relámpago y el umbral de envío gratuito, que incentiva a aumentar el valor del carrito. La aparición de herramientas externas como los "coupon finders" —extensiones de navegador que buscan automáticamente el mejor descuento posible— demuestra hasta qué punto el consumidor se siente parte de un juego en el que busca "ganarle al sistema" y obtener el máximo beneficio. Es una lección sobre cómo la experiencia de usuario (UX) no termina en la estética de la web, sino que se extiende a la percepción de valor que el cliente siente en cada etapa de la compra.
Sin embargo, este modelo presenta fricciones durante el proceso de compra, si bien simple en la plataforma, implica para el consumidor argentino una serie de pasos adicionales post-compra que no deben subestimarse. La necesidad de realizar la declaración jurada en el portal de la AFIP una vez recibido el paquete, por ejemplo, representa un costo de fricción que no existe en el comercio local. Si no se completa este trámite, el cliente se arriesga a bloqueos en futuros envíos. Y es precisamente aquí donde las empresas locales encuentran una ventaja competitiva fundamental: la conveniencia, la inmediatez de la entrega, la facilidad de los cambios y devoluciones, y un servicio postventa cercano y sin burocracia. El legendario consultor de gestión Peter Drucker acuñó una frase que resuena con fuerza en este contexto: "Lo que se mide, se mejora". Los gigantes asiáticos miden datos de venta a cada segundo; las empresas locales tienen la oportunidad de medir la satisfacción del cliente en cada interacción personal, transformando la cercanía en su principal activo estratégico. La cancha está marcada, y entender las tácticas del nuevo retador global es el primer paso para competir con inteligencia.
El costo oculto del clic
Por otro lado, detrás del brillo de los precios bajos y la variedad infinita, se esconde una realidad más compleja que empieza a generar debate. El modelo de ultra fast fashion de Shein ha sido objeto de serias críticas a nivel global, principalmente por dos frentes: la falta de transparencia en su cadena de suministro y su considerable impacto ambiental. Producir a esa velocidad y a ese costo plantea interrogantes sobre las condiciones laborales de quienes confeccionan las prendas, un punto ciego que la compañía ha sido lenta en aclarar. A esto se suma la huella ecológica. Se estima que la industria de la moda es responsable de una parte importante de las emisiones de carbono globales, y un modelo que incentiva el consumo constante y casi descartable de ropa contribuye directamente a la saturación de los vertederos. La cifra que circula, de unos 6,3 millones de toneladas de dióxido de carbono emitidas anualmente por la empresa, es un llamado de atención para un consumidor cada vez más consciente.
La nueva arena competitiva y el aprendizaje para los locales
Este escenario se vuelve aún más interesante con la aparición de nuevos retadores. Shein ya no corre sola; plataformas como Temu, con un modelo de negocio y una estrategia de precios igualmente agresiva, han comenzado a disputarle el mercado latinoamericano con fuerza. Esta competencia no hace más que intensificar la batalla por la atención y el bolsillo del consumidor argentino. Para las empresas y emprendedores locales, este fenómeno global que golpea a la puerta es tanto una amenaza como una fuente de aprendizaje invaluable. Competir en precio con estos gigantes es una batalla perdida de antemano. Sin embargo, la oportunidad reside en diferenciarse a través de valores que estas plataformas, por su propia naturaleza, no pueden ofrecer: la transparencia radical, la sostenibilidad como pilar del negocio, la conexión con la comunidad local y la creación de una marca con propósito. Como bien señaló el empresario Richard Branson: "Las marcas que serán grandes en el futuro son aquellas que tienen un propósito". En un mercado saturado de opciones anónimas e importadas, la autenticidad y un relato de marca sólido pueden convertirse en el activo más valioso.
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