En los últimos días, una interpretación errónea generó cierta confusión respecto a la postura del sector de la maquinaria agrícola sobre las retenciones y el rumbo económico del país. Las empresas agrupadas en AFAT, la entidad que nuclea a las multinacionales, aclaran que lejos de oponerse a una baja en los derechos de exportación, su principal preocupación radica en cómo mejorar la competitividad para renovar un parque de maquinaria que envejece año tras año.
“La prioridad es incorporar tecnología al campo. Hoy, el 80% de las cosechadoras tiene más de 10 años y el 80% de los tractores más de 15. Eso nos pone en una situación de desventaja si pretendemos ser una potencia agroexportadora”, comentó en diálogo con Ecos65, el Director Ejecutivo de AFAT, Leandro Britos.
No se trata solo de modernizar por modernizar: cambiar una cosechadora usada por una nueva representa un salto en la productividad del 20 al 25%. “Con la misma superficie sembrada, podríamos exportar un 25% más solo con maquinaria nueva”, agregan.
Para lograrlo, asegura que hay dos condiciones fundamentales: rentabilidad para el productor y competitividad para los fabricantes. Por un lado, las industrias reclaman acceso a créditos a largo plazo, con tasas competitivas y montos acordes a las necesidades del sector. No piden subsidios, pero sí condiciones realistas para un mercado que debe hacer inversiones fuertes en tecnología.
“La estabilidad es el primer paso para lograr previsibilidad. Aún falta, pero si se consolida, nos permitirá proyectar a largo plazo y tomar decisiones estratégicas con menor riesgo”, remarca.
Por el otro lado, advierte que la industria enfrenta obstáculos estructurales que exceden lo que puede resolverse “puertas adentro” de una fábrica. Si bien cada empresa trabaja en la mejora de procesos, proveedores y eficiencia, los verdaderos desafíos están en los costos fiscales, laborales, logísticos, de infraestructura, seguros y financiamiento.
En ese marco, el pedido es claro: avanzar con una reforma tributaria y laboral que permita competir “en una cancha nivelada” con países como Brasil, Estados Unidos o Francia. “Hoy no podemos exportar ciertos productos porque no somos competitivos a raíz de los costos estructurales”, explica Brito.
En definitiva, el sector de la maquinaria agrícola (incluso dejando de lado la procedencia de los equipos), pretende lograr las condiciones para una renovación tecnológica profunda, que no solo beneficie a la industria, sino que impulse todo el aparato productivo argentino. “Si queremos crecer, si queremos exportar más, tenemos que invertir en maquinaria y para eso necesitamos un entorno competitivo”, concluye.
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