En una semana intensa, el gobierno apuntó a reconfigurar el escenario financiero sin romper con sus pilares discursivos: no hubo salto cambiario, ni nuevo “dólar agro”, ni emisión para financiar estímulos. Sin embargo, se acomodaron piezas clave: se subieron tasas, se bajaron retenciones y se activaron conversaciones industriales que podrían dar lugar a inversiones que por ahora no llegan. Pero sigue sin haber señales para la micro reclaman desde las pymes.
La jugada arrancó con el termómetro cambiario recalentado. La presión del mercado, los vencimientos de deuda y un goteo de dólares que amenazaba las reservas encendieron alarmas. Los bancos exigían más rendimiento para seguir absorbiendo pesos. Y el Ministerio de Economía, con Luis Caputo a la cabeza, respondió con tasas.
El BCRA recompuso así parte del circuito financiero. Las entidades financieras reactivaron su participación en pases y letras, el Tesoro logró absorber pesos sin encender alarmas monetarias y los dólares financieros (MEP y CCL) se estabilizaron en la zona de $1.300–$1.320.
El tipo de cambio oficial, mientras tanto, cerró en $1.300 y sigue funcionando como ancla de precios. Pero el verdadero “gesto de mercado” llegó desde otro frente: el gobierno recortó las retenciones a la carne aviar y vacuna (del 6,75% al 5%); las retenciones al maíz (de 12% a 9,30%); las retenciones al sorgo (de 12% a 9,30%); las retenciones al girasol, de 7,5% y 5% al 5,5% y 4%; y también las retenciones a la soja (del 33% al 26%), y a los subproductos de soja (del 31% al 24,5%).
Según estimaciones privadas, el tipo de cambio efectivo para el agro pasó de $940 a $990 por dólar. Más pesos por dólar exportado, sin tocar el dólar oficial.
Para el campo, se trató de un alivio concreto. Las entidades rurales valoraron el gesto, aunque insistieron en que los problemas estructurales siguen: caminos rurales intransitables, conectividad deficiente, presión impositiva provincial. Desde la Bolsa de Comercio de Rosario celebraron que el incentivo puede anticipar más liquidaciones, pero recordaron que aún falta infraestructura para sostener el frente exportador competitivo.
Mientras tanto, los pesos que no van al dólar empiezan a buscar refugios nuevos. La city ya habla de un “nuevo ecosistema de tasas” y anticipa dónde podrían reubicarse las inversiones minoristas y mayoristas. A eso se suma la decisión oficial de relanzar bonos atados al dólar e inflación frente a vencimientos por $11 billones, en lo que será una nueva prueba de fuego para Caputo esta semana.
Pero la sorpresa productiva llegó desde el corazón industrial santafesino. General Motors confirmó que está en negociaciones con Hyundai para fabricar un vehículo de la marca coreana en su planta de Alvear. ¿Será finalmente una pick up? La posible alianza genera expectativas sobre un nuevo ciclo de inversiones, generación de empleo y desarrollo de proveedores en la región.
Hoy GM produce el Chevrolet Tracker. El desembarco de Hyundai, con un modelo de alto volumen exportador como una pick-up, podría posicionar a Alvear como un hub estratégico para América Latina. La noticia cayó bien dentro de los industriales santafesinos.
Sobre los rumores de un acuerdo con Hyundai —posible desembarco conjunto para producir camionetas en la región—, Andrés Carfagna, director comercial de GM Argentina, Paraguay y Uruguay, en una entrevista exclusiva con Ecos365 confirmó que hay conversaciones abiertas.
“Rosario está siempre en las discusiones. La planta puede fabricar cualquier cosa. Hoy no hay nada por ahora para anunciar, pero todo proyecto que busque eficiencias, productividad y mejores costos es positivo. Lo miramos con buenos ojos”, afirmó.
¿Podría ser el inicio de la esperada pick-up de Hyundai en Argentina? La pregunta no es nueva, pero esta vez parece más cerca. “Nosotros estamos felices con Tracker, pero siempre evaluamos nuevos proyectos”, reiteró. A comienzos de semana fue el CEO de Hyundai, Ernesto Cavicchioli, quien también reconoció que existen conversaciones con GM para compartir plataformas. "Son diálogos que pueden abrir oportunidades”, dijo.
En paralelo, el presidente Javier Milei redobló la apuesta contra los gobernadores. Acusó a las provincias de resistirse al ajuste mientras exigen recursos nacionales. Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires volvieron a quedar en el centro de la disputa por obras públicas paralizadas y giros discrecionales bloqueados. En voz baja, en los despachos provinciales acusan al Gobierno de aplicar una “venganza fiscal” con objetivos políticos. Pero reconocen que hoy es más atractivo hablar de baja de impuestos que de las obras de infraestructura necesarias. Todo un desafío para la narrativa oficiales desde las provincias que deben afrontar cada vez más gastos.
Con las elecciones de medio término en el radar, y en plena campaña de confrontación permanente, el oficialismo opta por mostrar músculo macroeconómico. Sin devaluar, pero con bisturí. Y con una máxima no escrita: que los dólares los ponga el agro, la tasa la aguante el mercado y las provincias se arreglen solas. El problema sigue estando en una micro que no arranca.
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