En marzo pasado la serie Adolescencia, que traspasó la pantalla como un fenómeno global, puso en boca de todo el mundo las dificultades de criar chicos y chicas en este tiempo de teléfonos móviles y redes sociales. ¿Qué hacer con estos seres que a veces se presentan indescifrables? ¿Qué necesitan para ser felices? ¿Cómo criarlos con límites sin ser represivos?
Muchas de estas preguntas tienen una respuesta en el último libro de Maritchu Seitún Criar con empatía en la adolescencia (Grijalbo), una especie de guía para padres, madres y educadores con un enfoque basado en la neurociencia y su vasta experiencia como psicóloga. En sus páginas surgen numerosos interrogantes que se despiertan entre quienes acompañan el crecimiento de chicos y chicas de entre 11 y 17 años, pero al mismo tiempo, se ofrecen herramientas prácticas para atravesar este periodo tan desafiante sin perder la conexión con ellos y ellas.
En diálogo con Rosario3, la escritora y autora de numerosos libros sobre crianza, brinda las claves para comprender lo que les sucede a los hijos e hijas en esta etapa de la vida, saber las razones de sus cambios de conducta y cuáles son sus necesidades, y sobre todo, aprender los modos indicados para encauzarlos, estableciendo límites sin entrar en conflictos que desgastan.

–¿Cómo son los preadolescentes y adolescentes de hoy?
–En general son más frágiles, les cuesta frustrarse, esperar, esforzarse, incluso sufrir, suelen venir de una crianza permisiva que lleva hacia eso y además se adelanta la pubertad tanto física como psicológica -entre otras razones por la estimulación desde el exterior- por lo que además son más chicos y tienen menos madurez y recursos al empezar la adolescencia. Se saben amados incondicionalmente por sus padres, lo que es maravilloso, pero eso los hace muy potentes a la hora de oponerse y rebelarse.
–¿Cómo se relacionan con los adultos?
–Son mucho más cercanos a los adultos y tienen menos miedo por lo que son más atrevidos en su relación con ellos. Los adultos tenemos que recordar que están diferenciándose y que para animarse a intentarlo tienen que criticarnos, quejarse, intentando creer que no sabemos nada, cuando en realidad temen no poder alcanzarnos y recuerdan los tiempos en que se cobijaban cómodamente bajo nuestra ala y necesitan escaparse de ese lugar para no sentir deseos de volver atrás. Que nos conduzca el dicho: “Dime de qué alardeas y te diré de qué careces” para poder enternecernos en lugar de enojarnos.
–¿Qué hacer para llevar adelante una crianza saludable? ¿Qué tenemos que hacer los adultos?
–Estar presentes en sus vidas, interesarnos por lo que les interesa, no perder el contacto físico y respetar las distancias que nos piden (beso en la puerta de casa y no en la del colegio, masajes en lugar de abrazos, etc.). No ofendernos, no tomarnos sus "ataques” personalmente. Elegir nuestras batallas, sin dejar de cuidarlos y ponerles límites porque los necesitan, su sensación de omnipotencia (ilusoria) puede hacerles creer que saben lo que necesitan pero no es así, o no siempre. Decir las cosas una vez y retirarnos, ya saben lo que se espera de ellos, la mayoría de las veces van a hacerlo, en cambio si nos quedamos discutiendo, seguramente no lo hagan y vamos a terminar todos enojados. Siempre hay tiempo para volver y enojarnos.
–¿Qué significa tenerle miedo a los hijos y cómo combatirlo?
–Ya Jaime Barylko hablaba del miedo a los hijos, se fue colando con las ideas de crianza permisiva. Tenemos que lograr ser amorosos y firmes con nuestros hijos desde chiquitos para ir “practicando” para la adolescencia. Ellos se van a enojar con nosotros, justamente porque nos quieren, tratemos de no enojarnos nosotros y de seguir cuidándolos, a menudo ceder significa abandonarlos, o enojarnos al final, porque no agradecieron, reconocieron lo suficiente nuestro esfuerzo. Nuestros hijos se fortalecen con nuestros límites y se debilitan cuando no se los ponemos, aunque se vean desde afuera, fuertes, prepotentes, peleadores…
–¿Qué querés decir con esto de que los padres tienen que tener autoestima y para qué?
–Nuestra autoestima tiene que provenir de nuestro interior, no de nuestros hijos. Si tenemos autoestima alta vamos a poder dejarlos ser sin tantas presiones porque no necesitamos que ellos nos hagan sentir valiosos. En cambio es muy probable que busquemos lucirnos con sus éxitos y resultados cuando no la tenemos y no les hace bien a ellos… ni a nosotros, ni a la relación con ellos.

–¿Cómo encarar la "pubertad precoz? ¿Qué mal les hace a los niños?
–La pubertad precoz es una condición médica, ocurre cuando los cambios puberales llegan antes de tiempo y de ese tema se ocupan pediatras y endocrinólogos. Yo hablo de otra pubertad precoz, promovida por el ambiente, cuando la sociedad de consumo, a través de las redes o los padres, invitan a los niños a apurar el crecimiento ya sea vistiéndose o comportándose o teniendo costumbres de más grandes, invitandolos a exhibirse, o a sexualizarse, cuando todavía no están preparados ni tienen los recursos para afrontar esa etapa, y ya vimos que de por sí vienen más frágiles, por lo que no se benefician con ese apuro por quemar etapas.
–¿Cuándo y cómo abordar la sexualidad?
–La sexualidad se aborda desde los 4 o 5 años y con el tiempo vamos ampliando conceptos, contestando preguntas, contandolels cómo vivimos nosotros ese tema. Si no lo hacemos van a recibir solo la información que les llega desde afuera: puro placer, todo ya, cosificación, a veces sin importar con quién… . En ese y otros temas a los adultos de hoy nos formó la comunidad entera, no sólo nuestros padres, por lo que hoy podríamos distraernos de esa tarea. Tenemos que contrapesar lo que les llega por otros medios que hace unos años no existían.
–¿Cómo manejamos las redes sociales en la preadolescencia, sobre todo? ¿Desde cuándo es posible que una persona tenga un perfil? ¿Cómo hacemos para promover hábitos de lectura, por ejemplo?
–Depende de la madurez de cada chico y de lo que cada familia elija hacer, pero por lo menos hasta los 14 años tenemos que formarlos para un uso ético, y sin riesgo de las pantallas. En lo personal empezaría con un teléfono solo para Whatsapp cuando empiezan a moverse solos, y mucho más adelante empezaría a mirar tik tok con ellos para que entiendan de qué se trata y lo que no nos gusta, snapchat, instagram , y seguir teniendo su contraseña y mirando con ellos para que además de manejar botones -para eso no necesitan ayuda- entiendan cómo ser buenas personas en las redes y no dejarse embaucar. Durante los primeros años el control parental nos ayuda a delimitar el uso de esas herramientoas, y estemos atentos a que las usen como herramientas y no como drogas adictivas.